sábado, 10 de agosto de 2019

¿Donald Trump es racista?

El de Donald Trump es un racismo negacionista con dos movimientos: primero lanza la piedra y luego esconde la mano El discurso antimigración no fue el único de los pilares que sostuvo la campaña del magnate Donald Trump. El machismo y el racismo No hay nada extraño ni excepcional en el racismo de Trump. El suyo es un racismo profundamente americano, enraizado en la historia de una democracia de origen esclavista, que discriminaba por razón de raza todavía hasta los años sesenta del siglo pasado. Tampoco hay nada extraño en su negacionismo. El racista raramente se considera racista a sí mismo. Su naturalización supremacista y discriminatoria de las diferencias le impide separar su percepción subjetiva, su racismo, de las cosas tal como son. No se considera racista porque siempre encuentra un buen y simpático vecino de color a quien amarrarse...
En un país conmocionado por dos matanzas con armas de fuego, que causaron 31 muertos en menos de 14 horas el pasado fin de semana, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha visitado este miércoles las ciudades de Dayton (Ohio) y El Paso (Texas), escenarios de los ataques, donde fue recibido con protestas. Poco duró la llamada a la concordia y la unidad de su mensaje televisado a la nación el martes: ya antes de partir, el republicano arremetió en Twitter contra los “demócratas de la izquierda radical” y la prensa progresista, en la misma retórica agresiva que muchos consideran responsable del odio y la división que lastra al país norteamericano El presidente ha evitado cualquier contacto con el público en ambas ciudades. La Casa Blanca no había detallado la agenda de las visitas y ni siquiera los periodistas acreditados han podido acompañarlo al interior de los hospitales.
Las pancartas del público recordaban diferentes frases críticas con las minorías y los inmigrantes pronunciadas por Trump en sus dos años y medio en la Casa Blanca. Las únicas declaraciones del presidente han sido rodeado del personal de emergencias a quienes ha agradecido su trabajado. "Todo el mundo está muy orgulloso de lo que están haciendo". "Yo sé que él [el tirador] se comportó como un cobarde [al enfrentarse a las fuerzas de seguridad], directamente se dio por vencido", ha añadido. "¿Qué queremos? ¡Acción!”, gritaban los manifestantes al llegar el presidente por la mañana a Dayton, donde un varón de 24 años, con un historial de manifestaciones violentas, mató el domingo a nueve personas con un fusil de asalto AR-15. Cuando abandonaba la Casa Blanca para volar a la ciudad, el presidente se mostró abierto a reforzar los controles de antecedentes para la venta de armas, pero consideró que no existe “apetito político” para prohibir los rifles de asalto. El presidente ha rechazado las críticas a su lenguaje divisivo. “Creo que mi retórica une a la gente”, dijo por la mañana. Pero sus ataques en las horas previas constituyen precisamente el tipo de discurso que llevó a muchos en Dayton y en El Paso a sostener que su visita solo aumentaría las divisiones y poco haría por curar las heridas. Después de que la policía confirmara que el asesino publicó en Internet un panfleto racista en el que aseguraba que el ataque que iba a perpetrar era una respuesta a la “invasión hispana” de Texas, haciéndose eco de una expresión utilizada a menudo por Trump, el presidente condenó, en su mensaje a la nación tras los ataques, el “racismo” y el “supremacismo blanco” y dijo que “el odio no tiene sitio en EE UU”.

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