sábado, 11 de abril de 2020

Una carta abierta a los niños del mundo | UNICEF

Una carta abierta a los niños del mundo Ocho razones por las que siento preocupación, pero también esperanza, por la próxima generación. Queridos niños de hoy y de mañana, Hace 30 años, cuando el orden mundial se encontraba en un flujo de cambio constante –la caída del muro de Berlín, el declive del apartheid, la creación de la Red Informática Mundial– el mundo se unió en defensa de los niños y de la infancia. Si bien la mayoría de los padres y madres del mundo de entonces habían crecido bajo dictaduras o gobiernos fallidos, esperaban que sus hijos disfrutaran de una vida mejor, de mayores oportunidades y de un mayor número de derechos. Por lo tanto, cuando los dirigentes de numerosos países se reunieron en 1989, en un momento de rara unidad mundial, para contraer un compromiso histórico con los niños del mundo destinado a proteger y hacer realidad sus derechos, surgió un verdadero sentimiento de esperanza para la próxima generación. ¿Cuánto hemos progresado? En las tres décadas posteriores a la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño hemos conseguido reducir el número de niños que no asisten a la escuela primaria en casi un 40%, a pesar de la explosión demográfica mundial. El número de niños menores de cinco años con retraso en el crecimiento disminuyó en más de 100 millones. Hace tres décadas, la poliomielitis paralizaba o mataba a casi 1.000 niños todos los días. Hoy en día, se han eliminado el 99% de esos casos. Muchas de las invenciones que han hecho posible estos progresos –como las vacunas, las sales de rehidratación oral y una mejor nutrición– han demostrado que no solo eran prácticas sino que también eran rentables. El auge de la tecnología digital y móvil, y otras innovaciones, han facilitado y aumentado la eficiencia en la prestación de servicios esenciales en comunidades de difícil acceso, y la ampliación de las oportunidades. “Ocho razones por las que estoy preocupada por su futuro, y ocho razones por las que creo que hay esperanzas.” Sin embargo, la pobreza, la desigualdad, la discriminación y la distancia siguen impidiendo que millones de niños disfruten cada año de sus derechos, ya que 15.000 niños menores de cinco años siguen muriendo todos los días, en su mayoría debido a enfermedades que se pueden tratar y a otras causas evitables. Estamos haciendo frente a un aumento alarmante del número de niños con sobrepeso, pero también de niñas que sufren anemia. Los persistentes problemas que presenta la defecación al aire libre y el matrimonio infantil siguen amenazando la salud y el futuro de los niños. Aunque el número de niños escolarizados es más alto que nunca, el desafío que supone lograr una educación de calidad no se ha conseguido superar aún. Estar en la escuela no es lo mismo que aprender; más del 60% de los alumnos de las escuelas primarias de los países en desarrollo todavía no alcanzan un nivel mínimo de competencia en el aprendizaje, y la mitad de los adolescentes del mundo hacen frente a la violencia en la escuela y no consideran la escuela como un lugar seguro. Los conflictos siguen privando a los niños de la protección, la salud y el futuro que merecen. La lista de problemas actuales en materia de derechos del niño es considerable. Y la generación de todos ustedes, los niños de hoy, confronta una nueva serie de desafíos y cambios mundiales que eran inimaginables para sus progenitores. Nuestro clima está cambiando de manera irreconocible. La desigualdad se está agravando. La tecnología está transformando la forma en que percibimos el mundo. Y el número de familias que tienen que emigrar es mayor que nunca. La infancia ha cambiado, y nosotros necesitamos cambiar nuestros planteamientos con respecto a ella. Así que, al contemplar los 30 años transcurridos desde la Convención sobre los derechos del Niño, nosotros también deberíamos mirar hacia adelante, hacia los próximos 30 años. Debemos escucharlos a todos ustedes –a los niños y los jóvenes de hoy– sobre las cuestiones que más les preocupan y empezar a trabajar con ustedes para encontrar soluciones del siglo XXI a los problemas del siglo XXI. Con todas estas cuestiones en mente, quisiera describir las ocho razones por las que estoy preocupada por su futuro, y las ocho razones por las que creo que hay esperanzas:

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