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domingo, 15 de abril de 2012
¿VOLVERAN LAS REINAS DE BELLEZA A CUBA'?
Una historia para recordar y olvidada por las nuevas generaciones de cubanos ,pero un cubano de pinar del rio ,ha sido un coleccionista de datos de estos certamenes desde los años 50, llamado Felicindo González González, este articulo fue producto de una colaboracion de un amigo que me envio esta interesante historia la cual les contare .....
Pude conocer de la minuciosa compilación realizada durante años por el paciente coleccionista, que le ha convertido en un conocedor de la historia de los concursos de belleza, tal vez el único en Cuba que posea tanta información conservada al respecto. Esta pasión ha ido de la mano con su trabajo como maestro normalista, así como su colaboración con la iglesia de su diócesis, donde ha sido catequista, profesor de historia de Cuba y colaborador de la revista Vitral.
Su afición data desde que tenía doce años de edad. Entonces vivía en Punta de la Sierra, a 56 kilómetros de la carretera de Luis Lazo, municipio de Guanes. Recuerda que en aquellos apartados lugares la prensa apenas llegaba. Su mamá, que era maestra, le inculcó el hábito de la lectura desde muy pequeño. Su primer objeto de colección fueron las cajetillas de fósforos que traían en sus caras las fotos de artistas de cine. Más tarde su interés por la geografía y la historia se unen de alguna manera en su gusto por los sellos. Las imágenes ilustradas en las estampillas de correo le incitan a indagar en los libros y mapas sobre las particularidades históricas, geográficas de la representación.
En 1952 se producen sus primeros contactos con las revistas de la época ECOS y El País, donde existían amplios espacios dedicados a los artistas famosos del momento. En esas páginas descubre un día lo que sería su nueva y gran afición. A través de los artículos del periodista de ECOS Amado Blanco, recibe las primeras noticias de los concursos donde se escogía a la representante de la belleza femenina mundial.
Estos concursos, cuenta Felicindo, se iniciaron en 1951 en la ciudad de Londres, con la proclamación de Miss Mundo, y en 1952 en Long Beach, California, se hace la primera edición de Miss Universo. Ambos certámenes han marchado en forma paralela desde entonces. La razón que le hace volver su atención hacia estas muchachas que aparecían en aquellas revistas no tiene nada que ver con el concurso. Los nombres de los países representados le despiertan la curiosidad por conocer la bandera e historia de los mismos. De alguna manera su gusto por esas dos ciencias le van a introducir en un mundo del que ya no lograría salir más, a pesar de las circunstancias adversas que años más tarde se atravesarían en su camino de coleccionista.
Cuando en 1953 comienza a estudiar en la ciudad de Pinar del Río utiliza el dinero destinado a la merienda para comprar revistas donde se daba amplia cobertura al certamen internacional recién iniciado. Vanidades, Carteles, Life, Bohemia, entre las más importantes, dedican amplios reportajes sobre el acontecimiento celebrado en California.
Comienza a seguir el concurso nacional Miss Cuba que desde 1954 llevaba una candidata de la Mayor de las Antillas al certamen internacional.
Esta era escogida entre las representantes de las seis provincias en que se dividía el país en aquellos momentos. Ese primer concurso contó con la elección de Isis Margarita Finlay García, sobrina del eminente científico cubano Carlos J. Finlay.
En 1955 conoce personalmente a Miss Pinar del Río, Conchita Rojas, quien era hija de la empleada de la oficina de correos donde compraba los sellos. Allí la reconoció y le reveló su incipiente labor como seguidor de estos eventos.
Según la opinión de Felicindo, la habanera Marcia Rodríguez Echevarría ha sido la candidata más bella entre las cubanas elegidas para representarnos en el concurso mundial. Le sigue María Rosa Gamio Fernández, de San Cristóbal, quien, a diferencia de la anterior, poseía una figura mejor proporcionada según los estándares establecidos en la época. Ello posibilitó que fuera la cubana que más cerca ha estado de la cima al ocupar el cuarto lugar, superando a la representante de Alemania en el certamen donde resultó ganadora la peruana Gladis Sender. Otra compatriota que consiguió ser finalista en Miss Universo con un meritorio puesto 15, fue Gilda Marín. Esta joven alcanzó el cuarto escaño en la competición de Miss Mundo 1955, donde se coronó la venezolana Susana Djion. Gilda Marín llegaría a destacarse como locutora de televisión y poetisa.
La penúltima concursante de la Isla que disputó el trono de la belleza fue Irma Buesa, hija del poeta José Ángel Buesa, de quien los periodistas de entonces dijeron fue la más linda poesía hecha por el bardo.
El concurso Miss Cuba concluyó en 1960, apenas un año después del triunfo revolucionario. Con el cambio de sistema se declaró una guerra sorda contra este tipo de competiciones, aduciendo su contenido burgués y atentatorio contra la dignidad de la mujer al implantar unas normas de belleza que contradecían los cánones establecidos por el criterio socialista. En el nuevo régimen se valoraba en las mujeres otras virtudes que no siempre conjugaban con los dones de su figura. Características tales como la integración política, la presencia de las féminas en el trabajo y la defensa y otras aptitudes por el estilo eran los patrones más resaltados. La última participante por Cuba en una cita internacional de Miss Universo fue la pelirroja de ojos verdes Flora Laughten, quien años después ha sido una figura destacada en el teatro cubano.
Después de la suspensión que imposibilitó la presencia de chicas cubanas en estos concursos todo se redujo al más intenso silencio. Una breve referencia del evento apareció ocasionalmente en el diario Revolución, donde como noticia curiosa aparecía la foto de la ganadora Marlen Smith, de Alemania, y a su lado la cubana (exiliada) Marta Vieta, desconociendo Felicindo si ella concursaba en representación de su tierra natal. Claro que la nota no era para hablar bien. Desde entonces no tuvo más conocimiento de estas celebraciones hasta 1971, en la que participó la cubanita Elena Salabarría. Esto pudo saberlo a través de un diario puertorriqueño.
Con la cierta normalización de los viajes, tanto de visitantes como de exiliados, conocidos y amigos le han enviado periódicos y revistas, o recortes extraídos de éstas, desde España, Chile, Colombia, Puerto Rico y diversos lugares del orbe. El afán del coleccionista se fue imponiendo para obtener la ayuda de otros, que si bien no se interesaban por estos avatares de la belleza, buscaban satisfacer con el intercambio la posesión de otros artículos coleccionables. En un momento llegó a recibir correspondencia de quince países, escrita en una variedad de ochenta idiomas. Entre los que han colaborado con su colección hay amigos de Brasil, Venezuela, Argentina y México. Ningún cubano se cuenta entre estos colaboradores.
Sobre su labor como coleccionista de tan particular materia, Felicindo reclama ser casi el único que se dedica a ello en la Isla. Que él conozca existen dos personas, una en Camagüey y el señor Raúl Fernández, quien reside actualmente en Estados Unidos, dedicados a coleccionar todo lo relativo a estos encuentros. Además de reportarle momentos gratos, su dedicación le ha permitido hacer grandes relaciones humanas. Una de ellas es la de un joven argentino Juan José Albano, a quien un día contestó una carta. Entonces Albano contaba con la misma edad que tenía Felicindo cuando se adentró por el mundo del coleccionismo. Desde entonces mantiene una amistad por correspondencia que ha superado los intereses estrechos del coleccionista para lanzarlos por la ancha vía de la amistad.
En Pinar del Río quedó Felicindo con sus cuatro libros confeccionados por él. En sus páginas están congelados en el tiempo los rostros, poses y figuras de mujeres que han adornado al mundo con su belleza. Entre ellas están nuestras lindas cubanas, precursoras de las que algún día escalarán el lugar más elevado para orgullo nuestro, pues en Cuba sobra potencial para lograr el título universal. Las posibles triunfadoras caminan por las calles de nuestras ciudades y pueblos.
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